martes, 12 de noviembre de 2024

Llamados a ser ser sirevos humildes

Memoria de San Josafat, obispo y mártir

«No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer» Lucas 17,10

Hoy el Señor no se llama a hacer ciervos humildes que sigan su ejemplo y el ejemplo de los santos mártires como San Josafat. Nuestro Evangelio nos recuerda que no se nos debe nada. Necesitamos trabajar duro y servir a los demás no por reconocimiento o recompensa, sino porque es lo que estamos llamados a hacer, proeque la generosidad de Dios hacia nosotros no es merecida por nuestra parte pero Él nos da porque nos ama, no porque nos lo “ganemos”. Nuestra respuesta a esa generosidad es una actitud amorosa de servicio a Aquel que nos ha dado todo. Jesús pronuncia las palabras del Evangelio de hoy después de que los Apóstoles le pidieran que aumentara su fe. Les dice que adopten la actitud de un siervo inútil, cuyo deber es trabajar para el amo. De manera similar, los discípulos sirven al Señor haciendo lo que se les manda. El Vivir como siervos implica humildad. Es una transformación de nuestro corazón para encontrar maneras de servir a los demás y una renuncia a los deseos egoístas. Es la conversión auténtica la que nos lleva a la salvación.
San Josafat, ruega por nosotros.

Dios nos bendiga







martes, 5 de noviembre de 2024

Llamados a aceptar la invitación del Señor viviendo a su servicio

Martes de la Trigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario

«Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios» Lucas 14, 15

Hoy somos llamados a aceptar la invitación del Señor viviendo al servicio de él. Todos hemos recibido invitaciones a grandes eventos que nos ofrecen la opción de responder si planeamos asistir o no. Lo viejo es nuevo otra vez: la historia de Jesús sobre la gran fiesta de hoy en el Evangelio se desarrolla en tiempo real incluso en nuestro mundo moderno, todos tienen una razón o una excusa justificada para perderse un evento. La parábola de Jesús tiene como objetivo reflejar la fiesta celestial a la que hemos sido invitados, una fiesta a la que tenemos la opción de aceptar, o no, el don de la vida eterna que se ofrece a través de la fiesta de bodas del Cordero, que es Jesucristo. Y aunque la invitación a la fiesta de la vida eterna puede no venir con una tarjeta física, ciertamente viene con una espiritual, mediante la cual indicamos nuestra aceptación o rechazo por la forma en que llevamos nuestra vida de fe. Recordemos que el Señor nos ha bendecido abundantemente en esta vida, y en su generosidad desea que lleguemos a vivir con él para siempre en la próxima, pero es el propósito y la meta de la vida de fe las razones que podemos ofrecer para rechazar una invitación en este mundo pueden ser las mismas que usamos para rechazar esta invitación espiritual, o al menos, si no es un rechazo total, postergamos la respuesta, estamos ocupados, tenemos otras prioridades y eso ya debería indicar un problema o lo más triste, nos sentimos indignos. Pero bienaventurados nosotros que hemos sido invitados a esta cena, y aunque no somos dignos, él ha dicho la palabra y hemos sido sanados. Amén

Dios nos bendiga.