miércoles, 16 de agosto de 2017

Miércoles de la Decimonovena Semana del Tiempo Ordinario 

«Yo os aseguro: todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo» Mateo 18,18

El Señor pone en nuestras manos la capacidad para liberar, para acompañar pacientemente al otro en su fragilidad. Nuestras manos, como las de Jesús, tienen capacidad para desatar lo que está atado, para liberar al otro de sus cadenas, para curar y hacer emerger en el otro la bondad y la belleza que todo corazón albergan. Presentemos nuestras manos al Señor para que él las transfórme y sean sin cansancio, dadoras de perdón, de ternura, de libertad.

Dios les Bendiga.

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