«El Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños» Mateo 18,14
Jesús, me conoces y conoces mis caminos. Nada está oculto para ti. Sabes cuántas veces en mi vida he sido la oveja perdida y estoy tan agradecido de que nunca me hayas rendido. Siempre buscarás y me llevarás de vuelta al redil. Concédeme un corazón de compasión y misericordia por las ovejas perdidas en mi vida. Amén.
Dios nos bendiga.
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