Domingo de la Segunda Semana de Cuaresma
«Éste es mi Hijo amado; escúchenlo» Marcos 9,7
En el camino de la vida hay momentos de oscuridad y momentos de luz. Y de la misma manera, en el camino del seguimiento de Jesús, también hay momentos de oscuridad y de luz, de sufrimiento y de consuelo. La Transfiguración de Jesús es un signo de la transfiguración que Él opera en cada uno de nosotros, transfiguración que es fruto de la oración, los sacramentos, de la vida interior, que nos ayuda a irradiar esa luz que llevamos dentro y hacerla brillar en todas partes. Pidamos hoy la gracia de ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza a este mundo que sufre. Amén.
¡Feliz domingo!
Dios nos bendiga.
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