Martes de la Decimoquinta Semana del Tiempo Ordinario
«¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!» Mateo 11,21
Hoy Jesús nos recuerda que reconocer nuestro pecado es el primer paso para recibir la misericordia de Dios. Jesús le habla a nuestro mundo de hoy de que las consecuencias eternas del pecado sin arrepentimiento son reales. Pero también lo son las recompensas eternas de una vida vivida para Cristo. Pidamos hoy la gracia de regocijarnos con el Señor porque somos verdaderamente perdonados y restaurados a la esperanza del cielo. Amén
¡Dios nos bendiga!
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