viernes, 15 de abril de 2022

Llamados a responder con amor al amor de Dios

Homilía Viernes Santo de la Pasión del Señor
15 de abril de 2022

“Jesús dijo a su madre: Mujer, ahí está tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí está tu madre.” – Jn 18,1-19,42

Queridos hermanos y hermanas, en la cruz, Jesús rompe las cadenas del pecado, de Satanás y de la muerte para siempre y para todos las personas sin distinción. La celebración del Viernes Santo de la Pasión del Señor es una invitación a venerar el madero de la cruz conscientes de la profundidad del amor de Dios por nosotros, hasta la muerte de su Hijo en la cruz, a nosotros sólo queda hacernos las siguientes preguntas. ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer a un Dios tan amoroso que da la vida de su Hijo único por nuestra salvación? ¿Qué podemos ofrecerle a cambio de este maravilloso sacrificio que Cristo ha hecho por nosotros?

Queridos hermanos y hermanas, en cuanto a la primera pregunta, la respuesta es “absolutamente nada”. Nosotros NO hemos hecho nada para merecer el amor de Dios y, de hecho, a lo largo de la historia de la humanidad hemos intentado casi todas las formas de rechazar ese amor que Dios nos tiene, incluso hasta llegamos a matar a su Hijo unigénito. Si somos honestos no merecemos nada. Dios nos da su amor, su misericordia y su gracia, gratuitamente y sin reservas. El Viernes Santo, este amor se revela en una plenitud física y su encarnación a través de la recitación de la Pasión Narrativa del Evangelio de Juan.

Queridos hermanos y hermanas, saber que Juan fue el único Apóstol que no abandonó a Jesús en el Calvario quizás explica por qué su historia se parece más a la de un testigo presencial. Jesús sabe lo que le va a pasar. Porque entiende que esta es la voluntad del Padre, Jesús no muestra miedo, solo fe y determinación frente a la tortura y la ejecución. Siglos antes del nacimiento de Jesús, Isaías en la primera lectura de hoy dijo que nuestro Salvador sería como un “siervo sufriente” llevado al matadero. Por terrible que pareciera, tenía que ser así, para que Jesús pudiera romper las cadenas del pecado, Satanás y la muerte, para siempre y para todas las personas sin distinción. El profeta Isaías dijo que los reyes se quedarían sin palabras ante el inmenso sufrimiento de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, esto nos lleva a la segunda pregunta: ¿Qué podemos nosotros ofrecer a cambio? “Quedarse sin palabras” no es realmente una opción. Por supuesto, podemos encontrarnos asombrados, y tal vez sin palabras ante Dios, pero nuestra misión es dar testimonio de todo lo que hemos visto y oído. Debemos proclamar las Buenas Nuevas de salvación, no quedarnos parados mirándolas, ser meros espectadores como le sucede a muchos ante este drama de dolor que viven nuestros hermanos y hermanas en Ucrania, el dolor, el sufrimiento, la muerte de ellos debemos hacerla nuestra. En Cristo, vemos cuánto nos ama Dios. Él nos ama hasta la muerte. Él pide el regalo de nuestra vida, nuestro amor y nuestra fe a cambio, hoy es un buen día para hacerlo.

María, Reina de la Paz, protégenos de la guerra!





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