«Hijo, tus pecados te son perdonados» Marcos 2,5
Cuando nos acercamos confiadamente a Jesús y le dejamos actuar sobre nosotros, tiene lugar algo así como un fin del mundo, o un nuevo nacimiento; desaparecen los fardos pesados de angustias y culpabilidades, y todo se hace ligero, claro, limpio y lozano. Ante tal experiencia no podemos sino exclamar como los testigos de lo que narra el evangelio. jamás habíamos visto cosa igual. Amén.
Dios nos bendiga.
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