«El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna» Jn 4,14
Muchos llevamos años y años sacando agua de los pozos del mundo, el agua que no sacia plenamente. La experiencia de la samaritana se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos, pues todos somos pecadores. Por eso como la samaritana digamos, Señor, tengo sed de Ti; estoy cansado del camino. Dame de beber. Tú eres la vida de mi vida. Lléname de Ti. Porque a quien a Dios tiene, nada le falta sólo Dios basta. Amén.
Feliz Domingo.
Dios nos bendiga.
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