domingo, 4 de septiembre de 2022

Llamados a tomar la cruz y seguir a Jesús

 Homilía Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
4 de septiembre, 2022

“Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.” – Lc 14, 25-33

Queridos hermanos y hermanas, en este Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario del fin de semana del Día del Trabajo las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre el significado y condiciones del verdadero discipulado cristiano. En la primera lectura hemos escuchado que el que cree en Dios nunca puede contentarse con “pensamientos inseguros y razonamientos que pueden hacernos equivocar”. En la segunda lectura Pablo nos desafía “que debemos hacer lo correcto no por obligación, sino por nuestra propia voluntad”. En el Evangelio de hoy hemos escuchado claramente como Cristo no se anda con rodeos, establece de antemano las tres condiciones para seguirlo, “dejar a su familia, renunciar a sí mismo y cargar la cruz”. Muchas de las personas que seguían a Jesús se sorprenden al escuchar estas palabras tan exigentes del Señor, por eso algunos decidieron marcharse, porque tenían miedo… pero a Cristo no le importa la cantidad de las personas que lo siguen sino la calidad.

Queridos hermanos y hermanas, como discípulos del Señor nuestro corazón le pertenece a Cristo por eso Jesús puede exigirnos todo. A veces nosotros queremos llenar nuestro corazón con las cosas de este mundo y no con las cosas de Dios. También nosotros tenemos miedo de quedarnos vacíos. Hoy vivimos en un tiempo en el que muchas personas prefieren una vida cómoda, por eso las exigencias de Cristo sorprenden a muchos. En los medios de comunicación, especialmente en las famosa redes sociales se nos dice lo que tenemos que hacer “para que la vida sea más fácil y cómoda”. Pero ya sabemos que lo fácil sale caro y que lo que es bueno cuesta…

Queridos hermanos y hermanas, hoy Jesús nos invita a cargar la cruz, pero el mundo nos anima, nos seduce con sus encanto a eliminar la cruz de nuestra vida: ¿tu matrimonio no anda bien? ¡divórciate! ¿estas embarazada y te cuesta tener un hijo? ¡abórtalo! ¿Ya no puedes mantener a tu padre o a tu madre ancianos? ¡llévalos a un asilo de ancianos o facilítales una muerte feliz! ¿Te va mal en los estudios, los negocios, tienes muchos problemas? ¡Consuélate en el alcohol! ¡Refúgiate en las drogas!

Queridos hermanos y hermanas, es verdad que no estamos acostumbrados a cargar con nuestra cruz, sin embargo nunca podremos huir de ella. Todos sabemos por experiencia propia que cuando una persona comete cualquier pecado como abortar, “matar” o consumir alcohol o drogas termina peor que antes, la persona se siente más triste, más desconsolada. ¿Por qué? Porque esa no era la solución, porque tuvieron miedo de cargar su Cruz

Queridos hermanos y hermanas, Jesús nos recuerda que no estamos solos, que él está a nuestro lado, que hasta es él el que está cargándose a nosotros y nuestras cruces si se lo permitimos… El Señor desde el día de nuestro bautismo nos ha tomado de la mano y camina a nuestro lado, pero hay momentos en los que el Señor nos lleva en sus brazos, y al igual que como dice una pequeña historia, que si caminamos por la arena de la playa solo veremos dos huellas, las de Cristo, porque él nos lleva en sus brazos… 

Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de cargar con nuestra cruz porque Jesús la cargó primero. No tengamos miedo, no huyamos de los problemas, de los desafíos. Debemos cargar con la cruz porque Cristo está en ella. Detrás de una gran obra hay caminos y trabajos duros. En ningún momento Jesús nos ha dicho que seguirlo va a ser cómodo y dulce. Recordemos que la cruz de Jesús es una fuente de paz y serenidad, de alegría y entusiasmo. Hermanos, pidamos hoy la gracia de cargar con amor nuestra cruz de cada día, recordemos que Jesús va a nuestro lado, cargando también la suya para salvar al mundo entero. Amén.





 


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