Sábado de la Primera Semana de Cuaresma
«Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto» Mateo 5,48
Jesús hoy nos llama a vivir en la perfección del amor de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús nos da una serie de pasos ascendentes hacia la perfección, a la santidad. Cada paso es un poco más difícil, un poco más radical y, en última instancia, más satisfactorio, amar al prójimo, amar al enemigo y finalmente, orar por los que nos persiguen. La Cuaresma es un tiempo que nos ofrece la oportunidad de querer y elegir consistentemente hacer el bien para nosotros y los demás. Es verdad que el hecho de que exista la injusticia y la violencia humanas, y que las emociones puedan influir en nuestro punto de vista y comprensión, hace que el mandamiento de amar a un enemigo nos parezca imposible para nosotros, pero no es imposible para Dios y con su ayuda podemos hacer lo que él nos manda. Es verdad que amar a un enemigo no es necesariamente agradarle, ni tampoco permitirle o tolerar sus acciones, se trata simplemente de elegir el bien para él y orar por su salvación, orar por alguien que hemos odiado o que no nos ha gustado mucho, es una experiencia increíblemente liberadora, ya que nos libera de la obligación de seguir gastando energía en el odio, en lugar del amor, la Cuaresma nos ofrece la oportunidad de reflexionar un poco más sobre el concepto de misericordia, no sólo para nuestro enemigo, sino para nosotros mismos, ya que el orar por otro, reflejamos la misericordia que nos ha sido concedida, cuando también nosotros hemos sido enemigos de Dios. Pidamos hoy la gracia de hacer durante esta Cuaresma lo que el Señor simplemente nos pide que seamos como él y eso es algo muy bueno. Amén
Dios nos bendiga.
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