viernes, 8 de marzo de 2024

Llamados a amar con el amor de Dios

Opcional Memorial de San Juan de Dios, religioso

«No estás lejos del Reino de Dios» Marcos 12,34

Hoy Jesús nos recuerda que el mandamiento más grande es amar: amar a Dios primero y luego amar a tu prójimo como a ti mismo. La respuesta de Jesús a los escribas hoy fue muy clara, contundente e inequívoca. Y su mandato no era sólo amar a Dios, sino amarlo con todo el ser. Deberíamos ver a Dios en todo lo que decimos, en todo lo que hacemos. Él debe ser nuestro centro, nuestro propósito, nuestro principio y fin. ¿Y para esos momentos en los que fallamos? Afortunadamente, Dios es paciente y misericordioso y continúa llamándonos a él. También se nos ordena amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; ver la imagen de Dios en cada persona y reconocer su dignidad inherente sin importar su edad, estado de vida o cómo puedan diferir de nosotros en antecedentes o creencias. ¡No hay ninguna cláusula de excepción dentro de este mandamiento! Poco importa lo que “sentimos” acerca del otro; El verdadero amor nunca puede ignorar su imagen divina ni sus necesidades humanas, manifestado en la compasión y la paciencia que Dios nos brinda sin falta y, por lo tanto, debería, a su vez, extenderse a aquellos con quienes nos encontramos a diario. Tampoco hay ninguna cláusula que diga que “esto es realmente fácil”. Pero las palabras de Oseas hoy, sobre la paciencia y la misericordia de Dios, son útiles: “Vuélvete al Señor tu Dios”, dice Oseas. “Pide perdón de los pecados”. Cuanto más reconozcamos lo que dentro de nosotros necesita cuidado y compasión (es decir, nuestras faltas y nuestros pecados), y pidamos ayuda a Dios, más fácil será ver a los demás con los ojos con los que el Señor nos mira y amarlos.  Dios está en la persona que nos ofendió y en la persona que sufre así como lo entiendo y vivió San Juan de Dios a quién hoy recordamos por dedicar su vida al servicio y cuidado de los enfermos. El Señor está en los rostros de aquellos que no nos agradan y es por eso que no podemos elegir quién recibe nuestro amor, porque todos los prójimos a quienes Jesús nos manda amar. Pidamos hoy la gracia por intercesión de San Juan de Dios de reconocer que a veces el amor es fácil pero no siempre y que a veces tenemos que trabajar en ello, pero cuando amamos a Dios con todo nuestro ser y nos arrepentimos y buscamos el perdón cuando pecamos, crecemos en la gracia de amar a los demás también.
San Juan de Dios, ruega por nosotros.

Dios nos bendiga.





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