Jueves de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario
«No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos» Mateo 7, 21
Como cristianos estamos llamados a ser sinceros, porque las palabras bonitas nunca pueden ser un sustituto de las buenas obras. Puesto que lo que cuenta al vivir el evangelio no es la palabra vacía o los gestos que buscan recompensa y reconocimiento. El discípulo es el que escucha, saborea y desea traducir en vida lo que ha tocado el corazón. Esa es la voluntad del Padre. Al acoger de nuevo la palabra, pon atención y escucha. Déjate hacer. Amén.
Dios nos bendiga.
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