Memoria de Santa Águeda, virgen y mártir
«Jesús se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor» Marcos 6,34
Hoy Jesús nos recuerda que solo Dios alimenta nuestro hambriento corazón. El hambre física es una experiencia humana básica, pero también lo es el hambre espiritual. En el Evangelio de hoy, Jesús reconoce el hambre profunda de las personas que lo siguen, incluso cuando él se retira con sus discípulos para descansar, su corazón se conmueve de piedad por ellos y los alimenta con su palabra. Pidamos hoy la gracia de siempre sentir hambre de Dios de anhelar un corazón sabio para reconocer que solo podemos ser saciados por Dios. Santa Águeda, ruega por nosotros.
¡Feliz sábado!
Dios nos bendiga.
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