domingo, 12 de junio de 2022

Llamados a una relacion de amor con la Santísima Trinidad

Homilía Solemnidad de la Santísima Trinidad
12 de junio de 2022

“Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes.” – Jn 16,12-15

Queridos hermanos y hermanas, hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de la Santísima Trinidad, la cual extiende la alegría pascual al Tiempo Ordinario y nos recuerda que cada aspecto de la adoración se centra en el misterio de Dios en tres personas. La Santísima Trinidad es la verdad de fe que profesamos en el Credo cada domingo o fiestas solemnes de que creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, en Jesucristo su Hijo unigénito y en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida. Un Dios en tres personas, en perfecta y correcta relación entre sí.

Queridos hermanos y hermanas, las lecturas de hoy nos ofrecen una idea de ese Dios uno y trino y demuestran cómo las tres Personas Divinas se relacionan con nosotros: la Sabiduría de Dios, las naturalezas humana y divina de Jesús a través de quien tenemos paz con Dios y el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo como el Espíritu de verdad y la manifestación del amor de los dos. En las sagradas escrituras podemos ver como la mano de la Santísima Trinidad está amándonos y cuidándonos.

Queridos hermanos y hermanas, el Antiguo Testamento nos muestra cómo el pueblo de Israel aceptar la realidad de que hay un solo Dios, un Dios que es visto como el Creador, Protector y Juez de toda la creación, especialmente la más de la más grande de toda su creación, NOSOTROS. En el Nuevo Testamento, somos testigos de que la promesa de Dios de salvación se hace realidad en la persona de Jesucristo y mientras Jesús, el Hijo de Dios, está completando su misión en la tierra, hace otra promesa, la promesa de enviar el Espíritu Santo. La promesa se cumple y el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y nace la Iglesia, nosotros somos incorporados a la Iglesia, a la gran familia de los hijos de Dios, gracias a la Santísima Trinidad, en especial a la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, el amor del Padre y del Hijo, el Señor y dador de vida…

Queridos hermanos y hermanas, nosotros creemos en un solo Dios, en la Santísima Trinidad, tres personas distintas trabajando en perfecta armonía para ofrecernos un camino de regreso a casa, al cielo, y ese camino es el amor. El ser humano es un seres racional que siempre quiere entender completamente el porqué de las cosas. Pero la doctrina de la Santísima Trinidad es algo que no se entiende con la cabeza sino con el corazón. Algo que nos puede ayudar a entender la doctrina de la Santísima Trinidad es nuestra propia vida, nuestras relaciones con los miembros de nuestra familia, esposa, hijos, padres, hermanos y amigos cosas que hacemos en el día a día, celebraciones o actividades que hacemos durante todo el año y esos momentos que cambian la vida que compartimos con los demás.

Queridos hermanos y hermanas, nosotros entendemos nuestras relaciones con los demás al vivirlas día a día, y es por eso que las relaciones que tenemos con los que amamos y con quienes nos aman, nos sustentan por medio de una vida que es incierta y difícil. La Santísima Trinidad nos recuerda que Dios quiere tener una relación con nosotros, que Él nos creó a su imagen, habitó entre nosotros y permanece con nosotros en verdad y como nuestra fuerza y guía, así como lo hacemos a diario con las personas que convivimos. Todo lo que Dios hace, lo hace por nosotros. ¿Cómo no podríamos responder de la misma manera a ese amor de Dios por nosotros? Viendo en el AMOR…

Queridos hermanos y hermanas, San Juan Maria Vianney solía explicar la Santísima Trinidad usando velas encendidas, rosas y agua en las vinagreras sobre el altar. “La llama de una vela tiene color, calor y forma. Pero estas son expresiones de una llama. Del mismo modo, la rosa tiene color, fragancia y forma. Pero estas son expresiones de una realidad de una rosa. El agua, puede ser líquida, vapor y hielo son tres expresiones distintas de una misma realidad del agua. Del mismo modo, un solo Dios se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos esa revelación que se comprende desde la fe y el corazón, demos gracias por el misterio de nuestra redención por medio de Dios creador, del  Jesucristo salvador y el Espíritu Santo santificador. Demos gracias por esta divina efusión de puro amor por nosotros. Y pidamos hoy y siempre la gracia de poder responder a ese amor glorificando a Dios viviendo en la relación correcta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y que esa relación de amor se manifieste en nuestra relación con los demás, especialmente con esas personas que compartimos a diario en la familia, la comunidad o el trabajo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén







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