Sábado de la Cuarta Semana de Pascua
«Quien me ve a mí, ve al Padre» Juan 14, 9
Hoy Jesús nos recuerda que él es la Encarnación del amor de Dios y que por medio de él el Padre nos ha salvado, porque él y el Padre son uno. Y es por eso que nosotros que vivimos en Cristo gracias al Bautismo, hemos sido reconciliados con el Padre y hemos llegado a conocerlo a través del Hijo. Jesús es nuestro intercesor ante el Padre. Y aunque la plenitud de la gloria del Padre está oculta para nosotros hasta que entremos al cielo, Él está cerca de nosotros todos los días. El Evangelio de hoy revela el poder de tener fe en el Padre y en su amor por nosotros y es por eso que debemos recordar siempre, que nunca estamos solos en nuestros actos de oración, amor, evangelización y servicio. Pidamos la gracia de tener presente que nunca estamos solos en nuestro camino interior de purificación y santificación. Todas estas son cosas buenas que vienen de Dios: El Padre que envió a su Hijo para redimirnos, y que con el Hijo envió al Espíritu para ser nuestro abogado y santificarnos y así poder se presencia del Señor para los demás. Amen
Dios nos bendiga.
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