Martes de la Quinta Semana de Pascua
«La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo» Juan 14,27
Hoy Jesús nos da su paz. Mientras Jesús se prepara para dejar a sus discípulos, les dice que no tengan miedo, claramente, estaban angustiados porque el maestro se disponía a dejarlos. Para ayudar a calmar sus miedos y aliviar su angustia, les da su paz. ¿Qué es esta paz que Jesús dice que sólo él puede dar? Jesús morirá en la cruz poco después de decir esto. En su muerte, reconciliará a toda la humanidad con el Padre y extenderá a todos este don de la paz y esta paz que deja Jesús a los discípulos es un don de esperanza y de consuelo que se traducirá en perdón de los pecados y reconciliación con Dios después de la Resurrección. Pero esta paz conlleva no sólo una llamada a reconciliarse con Dios, sino también unos con otros. Reconciliarnos con Dios nos llama a considerar lo que nos impide crecer en nuestra relación con el Padre. La oración y el encuentro con Jesús en el sacramento de la reconciliación son dos formas posibles en las que podemos comenzar a desmantelar los obstáculos y buscar una relación más cercana con Dios. Reconciliarnos con nuestros hermanos y hermanas en el Señor exige que examinemos lo que nos divide unos de otros y luego discernamos qué pasos podemos dar para sanar las divisiones. Hacerlo a menudo nos llama a buscar la ayuda de Dios para superar los conflictos y unirnos. Pidamos hoy la gracia de compartir su paz con aquellos que la necesitan. Amén
Dios nos bendiga.
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