Memoria de San Ignacio de Loyola, presbítero
«El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo» Mateo 13,44
Hoy Jesús nos recuerda que debemos atesorar lo que perdura para siempre y nos ayudan a alcanzar la vida eterna. Hay muchos tesoros, tanto temporales como espirituales, como: las personas que amamos; nuestra fe y nuestra esperanza; nuestras relaciones con Dios y con los demás; el reino de los cielos que se nos ha prometido, y nos sacrificamos por muchos de estos tesoros, pero sólo en el sacrificio por las cosas que perduran surge la satisfacción eterna. Las riquezas de este mundo que acumulamos se pudrirán y se desvanecerán, pero el reino de los cielos es nuestro para siempre, ya que ha sido comprado para nosotros a un gran costo y sin embargo se nos da gratuitamente. San Ignacio de Loyola, cuya memoria celebramos hoy fue uno de los que llegó a comprender cuales son las cosas que debemos atesorar, Ignacio nació en una buena vida y estaba en una trayectoria ascendente constante cuando fue gravemente herido por una bala de cañón durante una campaña militar y esto le mantuvo en cama durante meses mientras se recuperaba, y durante ese tiempo leyó la vida de los santos y la Biblia y en su vulnerabilidad, encontró un inmenso tesoro espiritual, que lo convirtió en una práctica espiritual que continúa impactando a tantos fieles hoy en día. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son un enfoque disciplinado para crecer en la fe y la comprensión de Dios. Durante cientos de años, este texto ha ayudado a las personas a acercarse a Jesús a través del enfoque disciplinado que presenta. Sus ideas pueden ayudarnos a discernir cómo Dios nos está llamando a usar el tesoro espiritual que hemos encontrado en nuestras vidas. O tal vez, sí parece que lo hemos extraviado, podría ayudarnos a encontrarlo de nuevo. Pidamos por intercesión de San Ignacio de Loyola que sigamos buscando el tesoro del amor perdurable de Dios por nosotros y que estemos abiertos a su gracia para compartirla con los demás. ¡San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros!
Dios nos bendiga.
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