Homilía Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María
15 de agosto de 2022
“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador.” – Lc 1, 39-56
Queridos hermanos y hermanas, hablar sobre la muerte y el morir hacen que muchas personas sientan miedo o se sientan incómodas. Sin embargo, si realmente creemos que la resurrección de Jesús se aplica también a nosotros, entonces no tenemos nada que temer y mucho que esperar. Gracias a Jesús, anticipamos el comienzo de una nueva vida cuando esta termina, llevándonos a un mundo muy superior al nuestro, uno donde no hay más tristeza, enfermedad, desilusión o muerte.
Queridos hermanos y hermanas, creer en la vida nueva y eterna es de lo que se trata la celebración de la Asunción de la Santísima Madre. Antes de que María emprenda su viaje a través de la región montañosa para visitar a su prima Isabel, Gabriel se refirió a ella como “llena de gracia”. Las palabras del Ángel refuerzan la defensa de la Iglesia tanto en los dogmas de la Inmaculada Concepción de María como de su gloriosa Asunción. María tuvo el privilegio de vivir toda su vida totalmente dedicada a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sostuvo al niño Jesús en sus brazos cuando nació, y lo volvió a tomar en sus brazos cuando lo bajaron de la cruz. A pesar de todo, ella confió en el plan de Dios y en su bondad, aunque su corazón fue atravesado por una espada.
Queridos hermanos y hermanas, según la sagrada Tradición, María vivió otros 20 años después de la ascensión de Jesús al cielo. Cuando terminó su vida terrenal, se cree que simplemente se fue a dormir en lugar de morir. Ella, que era sin pecado, no estaría sujeta a la descomposición que espera a los cuerpos mortales de los pecadores. Creemos en cambio que ella fue recibida en cuerpo y alma en el cielo.
Queridos hermanos y hermanas, como bautizados, como discípulos del Señor el celebrar la Asunción de María aumenta nuestra propia esperanza de vida nueva y eterna. Si bien es dudoso que seamos llevados al cielo en cuerpo y alma en un instante, creemos que tanto el cuerpo como el alma se reunirán en la resurrección al final de los tiempos cuando Cristo regrese en gloria. Por eso la Iglesia insiste tanto en que nuestros cuerpos mortales sean tratados con gran dignidad y respeto en el momento del entierro, ya que este templo terrenal del Espíritu Santo que nos sostuvo en esta vida será un día glorificado y resucitado en el mundo venidero.
Queridos hermanos y hermanas, el triunfo de María fue anunciado en el Libro del Apocalipsis. La mujer embarazada es protegida y llevada hasta las estrellas. Ella es la Nueva Eva, que es grandemente recompensada por dar a luz a la Nueva.
Santísima Virgen María Asunta al Cielo, ruega por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario