Homilía
Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles Misa del Día
29 de junio de
2023
“¡Dichoso tú, Simón, hijo
de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está
en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”– Mt 16,13-19
Queridos hermanos
y hermanas, hoy celebramos a dos hombres que fueron fundamentales para la
Iglesia: San Pedro, la roca sobre la que Jesús edificó su Iglesia, y San Pablo,
que difundió la palabra de Dios a los gentiles. Ambos hombres eran pecadores
defectuosos, como todos nosotros, pero su testimonio y testimonio del Evangelio
los llevó a soportar el encarcelamiento, la persecución y el martirio.
Queridos hermanos
y hermanas, fue por la fe de Pedro y por su reconocimiento de Cristo -Tú eres
el Cristo, el Hijo de Dios vivo- que Jesús lo eligió como cabeza de los
Apóstoles y primer líder de la Iglesia. Pablo, que se dirigía a arrestar a los
cristianos, fue transformado por su encuentro con Cristo y vivió el resto de su
vida con celo misionero.
Queridos hermanos
y hermanas, ¿y qué hay de nosotros? Nos reunimos aquí en esta iglesia semana
tras semana para estar unidos con Cristo en su sacrificio. Adorar públicamente
a Dios que nos creó y nos reconcilió consigo mismo por medio de su Hijo.
Escuchamos las historias de nuestra historia de salvación, y especialmente de
la vida, misión, pasión y muerte de Jesús. Aprendemos sobre cómo debemos vivir
como sus discípulos, sobre cómo Dios nos llama a todos a vivir. Pero no se
trata realmente de nosotros. Se trata de Dios y de su amor por nosotros, y de
recibir su gracia para permitirle obrar en ya través de nosotros por el bien
del Reino y la salvación del mundo. Así como trabajó a través de Peter y Paul.
Queridos hermanos
y hermanas, cada vez que participamos en la Misa y recibimos la Eucaristía,
somos fortalecidos con el cuerpo y la sangre de Cristo y enviados a la misión hay
donde nos encontramos: nuestra propia vida cotidiana, a las personas con las
que vivimos e interactuamos día a día. Cuando participamos de la Santa Misa somos
equipados para ser Apóstoles, para llevar la palabra de Dios a todos en nuestro
mundo. Así como Pedro y Pablo fueron discípulos de Cristo para todos, así
seamos nosotros con la ayuda de Dios.
Queridos hermanos
y hermanas, hoy, mientras celebramos a estos dos granes santos Pedro y Pablo, oremos para compartir
su fe, celo y sentido de misión para salir a la gente en nuestra vida diaria y
llevarles la buena noticia del amor de Dios por ellos.
Santos Pedro y
Pablo, Apóstoles, ¡ruegad por nosotros!
Dios nos bendiaga.