Jueves de la Segunda Semana del Tiempo Ordinario
«Todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo» Marcos 3,10
Cuando Jesús estaba en el apogeo de su ministerio público, no podía ir a ninguna parte sin que el público lo rodeara. Jesús atrajo multitudes de toda la región, atrayendo a judíos y gentiles por igual para escuchar sus palabras y simplemente estar cerca de él, con la esperanza de tocarlo. En el Evangelio de hoy, Jesús dice a sus Apóstoles que le preparen una barca para evitar que la multitud lo aplaste. A diferencia de los paparazzi que persiguen a las celebridades modernas, la multitud que rodeaba a Jesús quería tocarlo, no para su propio beneficio económico o un momento fugaz de fama personal, sino porque es un sanador. Al tocar a Jesús o su manto, se curarían de sus enfermedades y otras dolencias. Aunque hoy no podemos tocar físicamente a Jesús en su carne humana de la misma manera que lo hicieron esas personas, él nos atrae hacia sí en los sacramentos. Pidamos que por la gracia de los sacramentos seamos tocados, sanados y restaurados nuevamente. Amén
Dios nos bendiga.
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