Miércoles de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario
«Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean» Mateo 6,1
Hoy Jesús nos da una profunda lección de humildad, a cuidarnos de hacer obras de justicia para que la gente nos vea, a hacer las cosas porque son buenas y correctas, no por ningún reconocimiento o recompensa por hacerlas. Hoy Jesús nos llama a una vida de ayuno, limosna y oración por el bien de esas cosas en sí mismas y por el bien del mundo al que ayudan nuestras oraciones, ya que una oración tranquila pero ferviente, sincera en intención y expresión, es una señal de integridad y humildad, no se hace por vanagloria sino por amor, andar presumiendo piedad es un signo de hipocresía, donde la apariencia de amor por el otro es el bien supremo, recordemos que Dios ve todas nuestras acciones, incluso aquellas que se realizan en nuestro corazón o fuera del centro de atención, no tenemos que “ganarnos” nuestro camino hacia el corazón de Dios; ya estamos allí, porque Dios nos ama incluso sin las acciones justas, porque Dios se deleita en la intimidad que le ofrecemos cuando realizamos actos tranquilos de oración, ayuno y limosna. Pidamos hoy la gracia de pensar y actuar no con el deseo de ser vistos, conocidos, amados y alabados por el mundo, sino desde el deseo de amar a Dios y darle la gloria que le corresponde. Amén
Dios nos bendiga.
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