Memoria de San Ireneo, Obispo y Mártir
«Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: Sí quiero, queda curado» Mateo 8,3
Celebrar la memoria de San Irineo nos recuerda que somos una Iglesia apostólica. Nuestra fe proviene directamente de lo que Jesús enseñó y de lo que los Apóstoles llevaron adelante después de su ascensión al cielo. San Ireneo nos ha ayudado a saber lo que Jesús enseñó, también a proteger a la Iglesia de errores o herejías que podrían haberla descarriado desde el principio. San Ireneo fue discípulo de San Policarpo quien fue discípulo de San Juan Apóstol y es por eso que la obra de San Ireneo tiene su fuente directamente en quienes conocieron a los Apóstoles y a Jesús. Hoy escuchamos a Jesús exigirle a un leproso después de ser curado que no le contara a nadie sobre el milagro excepto al sacerdote, porque Jesús sabía que las palabras correctas dichas a las personas equivocadas podrían terminar en malentendidos, malas interpretaciones o errores, pero además tenemos al Espíritu Santo protegiéndonos de errores graves en el oficio de enseñar de la Iglesia, San Ireneo fue uno de los primeros transmisores del mensaje de Cristo al resto del mundo. Pidamos por intercesión de San Ireneo la gracia de ser agradecidos por los hombres y mujeres que han servido fielmente a Dios a lo largo de los siglos, inspirados por el Espíritu Santo y ayudando a garantizar que nuestra Iglesia siga siendo fiel a las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. San Ireneo, ruega por nosotros.
Dios nos bendiga.
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